El negocio del comercio justo
El negocio de la ética, que pretende conciliar billeteras y morales, genera miles de millones de euros. Desde México hasta Kenia, Donatien Lemaître ha diseccionado toda la industria. Muestra cómo la generosa idea del comercio justo se recupera cada vez más mediante ases de marketing o multinacionales en busca de la virginidad.
¿Por qué solo consumir cuando podemos consumir solo? Ésta es la pregunta, en forma de eslogan, planteada por quienes participan en el comercio ético. Al introducir un producto con la etiqueta de "comercio justo" en su carrito de compras, los consumidores toman una decisión que tiene mucho sentido en el otro lado del mundo. En África o América Latina, a los pequeños productores se les habrá pagado decentemente por producir la materia prima. Y no se habrán visto obligados a inclinarse ante los importadores y distribuidores, como es la regla de la economía globalizada. ¿Qué es realmente? Como Max Havelaar, las etiquetas se están multiplicando y los consumidores están a favor de ellas. Pero, ¿cuál es la realidad detrás de las etiquetas?
El precio del exito
Desde México a Kenia pasando por República Dominicana, Donatien Lemaître ha diseccionado todo el sector. Muestra cómo la generosa idea del comercio justo es cada vez más asumida por ases del marketing o multinacionales en busca de la virginidad, lejos del objetivo de sus creadores. Los primeros en apoderarse de él fueron las grandes redes de distribución: ¿están los "consumidores-actores" dispuestos a pagar más por su café si los productores están debidamente remunerados? Los supermercados le han dado cada vez más espacio a la etiqueta de "feria". Pero al mismo tiempo, han aumentado sus márgenes en estos productos ... Resultado: mientras los productores etiquetados ganan apenas más que los productores promedio (y nunca lo suficiente para salir de la pobreza), las grandes marcas se están enriqueciendo. Por el lado de los productores, el sistema no es necesariamente más virtuoso: Donatien Lemaître observa que, en las plantaciones bananeras de República Dominicana, los pequeños propietarios que han obtenido la etiqueta Max Havelaar explotan a los trabajadores haitianos indocumentados. Así, el comercio justo tiene sus cooperativas, sus programas de desarrollo, pero también sus convictos invisibles ... Otra sorpresa: para satisfacer la creciente demanda de banano de comercio justo, Max Havelaar ha otorgado su etiqueta a los grandes productores: en Savid producimos 150 toneladas de bananas a la semana con trabajadores haitianos mal pagados y mal alojados, pero cuyos papeles están en regla ... ¡Bienvenidos a la era de la justicia industrial! Finalmente, Donatien Lemaître está interesado en las multinacionales de la industria alimentaria. Y señala que en Kenia, la asociación entre Rainforest Alliance y Lipton (grupo Unilever) ha beneficiado a la marca, pero no a los trabajadores eventuales de las plantaciones de té. Donde parece que si el comercio justo fue una buena idea, hoy esencialmente fortalece el sistema dominante.
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